Por Mary Stapper – Somos la revista
Cuando Rosita Vargas, dejó en redes sociales el mensaje sobre la muerte de su esposo, Jaime Uriel Mejía Álvarez, salté de mi cama como levantada por un resorte.
Sabía de su enfermedad pero creí que la partida no sería tan rápida. Lo siento. De verdad lo siento de corazón.
Rosita y su hija, un fuerte abrazo extensivo a toda la familia especialmente a Marino Vargas Gelvis, suegro y confidente de Jaime Uriel.
Con Jaime tuve largas polémicas. Algunas veces estuvimos de acuerdo, otras, no, pero siempre conservamos una gran amistad y un profundo respeto.
Como veedor ciudadano, fue noticia. Alguna vez lo entrevisté para saber qué tan “camorrero” era y pude comprobar su gran sentido del humor y su calidad humana. Amante de la tecnología, era twittero, le gustaba, reunirse con su familia, con los amigos y especialmente, rodearse de las mujeres que amó: hijas, esposa y mamá.
Creó la Fundación Movilidad Colombia, cuestionó, criticó, “cazó” infractores y se convirtió en conciencia de los cucuteños. Defendió el medio ambiente y dio duras batallas, una de ellas, su oposición a la construcción de un Centro Comercial en terreno del Club Tennis, único pulmón verde que le queda a Cúcuta.
Paz en la tumba de Jaime Uriel, quien es velado, hoy, en la Sala de los Olivos de la Gran Colombia.
Lea aquí entrevista: El Veedor ciudadano, Jaime Uriel Mejía, dice que no es tan “camorrero” como lo pintan
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