Por Marcela Castellanos. Especial para somoslarevista.com – Siempre se piensa que cuando un niño nace con alguna malformación o discapacidad como lo menciona la mayoría de personas, es un problema para la familia, para la sociedad porque según como lo ven ellos no aportará y al contrario devengará gastos en salud , en transporte pero sobre todo en tiempo; lo bueno de todo esto es que eso lo piensan los seres que no viven la situación, lo digo porque estoy segura que si la pregunta se la hacen a padres de estos niños la respuesta siempre será que son una bendición.
Lo digo con total afirmación ya que me encuentro en el grupo de padres privilegiados por tan hermosa y edificante compañía, la pregunta seria ¿quién es el que le enseña a quién? o viéndola desde otro punto de vista ¿quién le aporta a quién? Porque estos niños grandiosos se aferran a la vida de tal manera que muchos que nos encontramos “bien” por así decirlo no lo hacemos. Perdimos el valor por las pequeñas cosas y nos malhumoramos sin ningún motivo, mientras ellos nos dan el ejemplo de alegría, amor, tolerancia, superación y gratitud. Por mencionar un ejemplo:
A los invidentes les regaló la memoria, la concentración pero sobre todo los inundó de imaginación, o cómo nos explicamos las canciones que nos dejó como herencia el gran juglar Leandro Díaz con el tema “Cuando Matilde camina, hasta sonríe la sabana”. Así como otros Vincent Van Gogh – 1853- 1890, Beethoven 1770-1827, Stephen Hawking 1942 y una gran infinidad de seres excepcionales que nos han demostrado que cuando se quiere, las limitaciones se quedan cortas ante el gran deseo de superación.
Siempre me he preguntado qué fue lo que hice también para merecer semejante regalo de Dios porque estos seres son un obsequio divino, te enseñan en unos años lo que no aprenderás en toda una vida y nos demuestran que el sentimiento de cuidado y amor tiene sus inmensas recompensas, que la constancia vence cualquier barrera y que el amor es el mejor tratamiento para salir adelante
Dios quiere que estén entre nosotros para darnos la oportunidad de trabajar con ellos, para aprender de ellos. Porque trabajar es servir: servir es vivir y vivir es amar, porque la vida se nos dio para eso. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
Si tienes un Ser EXCEPCIONAL en tú hogar cuídalo y aprende de él porque Dios te ha elegido, a ti y no a él… es un regalo valioso que muy pocos tienen, pero muchos desprecian, por eso tú que quizás lo tengas, aprovecha los dones que él tiene y trabaja, sirve, vive y ama.
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