Por Hugo Hernán Pérez Amador MD – Desde su formación como República en 1810, Colombia ha cedido mucho terreno, la costa de mosquitos en Nicaragua, el istmo en América Central incluyendo todo el territorio de Panamá, en el sur del país frente al Brasil una extensísima región de la Amazonia, ahora en un fallo adverso de la Corte Penal Internacional perdemos cerca del 7% del territorio marítimo de nuestra amada patria.
No hace falta ser un experto en Derecho Internacional o un jurista de renombre mundial para darse cuenta como Colombia fue llevada a una instancia que desde un principio no debió aceptar, bajo la premisa de una falsa seguridad jurídica y exceso de confianza de los gobernantes de turno. Las pretensiones extraordinarias de Nicaragua fueron exageradas con el único objetivo de forzar un pírrico triunfo que le garantizara al menos añadir unos metros de soberanía que finalmente le asignó cerca de 100 000 kilómetros cuadrados de espacio naval y aéreo.
Existen conceptos ambiguos en el desarrollo de los argumentos de la Corte para dar tamaña concepción a los nicaragüenses, como basar sus decisiones en el reconocimiento del tratado Esquerra – Bárcenas del 24 de marzo de 1928, asumiendo que el mismo goza de vigencia jurídica y posteriormente asignar un trazado caprichoso jugando a una decisión salomónica que no viene al caso, desconociendo más de 400 años de disfrute de los pobladores raizales del archipiélago y sus fronteras naturales, desconociendo títulos y tratados internacionales previos y fundamentado parte de sus argumentos en principios posteriores a estos derechos, lo que es peor violando el principio de la no retroactividad de la jurisprudencia.
Da pena decirlo pero a nuestro Señor Presidente le faltó contundencia en su alocución y pareció más resignado que dispuesto a proteger la integridad del nuestra patria. Colombia debe seguir ejerciendo en este territorio nacional y máxime si nació con ella no puede desprenderse de este órgano vital.
P/D No sea usted, señor Presidente, quien entregando parte de nuestro territorio original y traicionando su noble casa, sacó la llave del fondo de la “esquina” del mar y la entregó a Chávez, para que abriera la puerta que da al pasillo de la democracia y entrara, repartiendo dólares, comprando votos e instaurando un régimen en Colombia después de un proceso de paz.
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